domingo, 23 de febrero de 2014
jueves, 13 de febrero de 2014
Economía ecológica
Es una rama de la teoría económica, también conocida como teoría del desarrollo humano o economía del bienestar natural.
Su colega de la Universidad de Maryland Herman Daly ha contribuido de forma significativa a su desarrollo. Los precursores intelectuales de la Economía Ecológica pueden rastrearse en gran parte en la economía política, un refinamiento de la temprana teoría económica que incluye entre sus primeros investigadores a Thomas Malthus, David Ricardo, y Karl Marx.
El profesor David Harvey fue uno de los primeros en incluir explícitamente preocupaciones ecológicas a la literatura económica. Este desarrollo paralelo en economía política ha sido continuado por analistas como el sociólogo John Bellamy Foster.
Una consecuencia esencial, resaltada desde la economía ecológica, derivada de la naturaleza de los objetos económicos es que las medidas de la actividad económica o del bienestar (PIB o RN) sólo tienen encuenta una porción de los objetos existentes; aquellos que son reproductibles, intercambiables y apropiables.
La economía ecológica rechaza la utilización del PIB como indicador del bienestar y que la economía formal solamente se ocupa accidentalmente de las funciones vitales de la naturaleza, solo en la medida que cumplan los tres requisitos señalados.
Efectivamente, los economistas tradicionalmente incorporan la naturaleza dentro de su función de producción de dos formas distintas: o bien bajo la categoría de tierra o bien bajo la categoría de recursos naturales.
La tierra, obviamente, es apropiable e intercambiable pero no reproductible, a pesar de incumplir con la tercera de las condiciones la tierra es considerada un objeto económico. ¿Cómo se soluciona esta paradoja? Quienes así proceden consideran a la tierra en sentido ricardiano, esto es, la tierra es inconsumible, no se deprecia con su uso.
Proceder de esta forma es totalmente arbitrario pues la evidencia nos dice que la tierra se puede perder irremediablemente: las pérdidas de tierra por la construcción de infraestructuras es un caso desgraciadamente presente en la actualidad, o la pérdida de tierra fértil por prácticas agrícolas nocivas son ejemplos suficientes que demuestran la consumibilidad de la tierra.
Por otra parte, la incorporación de la naturaleza en el proceso de producción mediante la categoría de recursos naturales acarrea problemas cuando consideramos los recursos no renovables que, claramente, incumplen el tercero de los requisitos.
A partir de estas consideraciones iniciales debemos preguntarnos sobre cual es el proceder de la economía en la asignación de los recursos. La economía es la ciencia de los precios y su formación consiste en que los individuos, con sus dotaciones respectivas, acuden al mercado y expresan sus preferencias formándose los precios de equilibrio cuando la oferta coincide con la demanda. De este proceder general podemos reflexionar sobre tres cuestiones.
La primera hace referencia a que aquellos individuos que no tienen dotación monetaria alguna no pueden acudir al mercado y, si nadie lo remedia, se morirán de hambre.
Esto es, el intercambio se producirá no en función de las necesidades que tenga el demandante sino solamente cuando su demanda esté respaldada por divisas. Los excedentes agrícolas producidos por la política agraria comunitaria (PAC) son un ejemplo oportuno.
Los economistas verdes suelen tomar con frecuencia posturas más radicales que las que se encuentran entre la más convencional economía ambiental con respecto al crecimiento económico.
El argumento primario de la economía ecológica que la separa de la teoría económica previa, podría resumirse en la asunción de la economía en sí misma como un subconjunto estricto de la ecología, ya que esta última analiza las transacciones de materia y energía de la vida sobre la tierra, y la economía humana está por definición contenida en este sistema. A la cabeza de las críticas de la actual economía normativa por los economistas ecológicos se encuentra su aproximación a los recursos naturales y el capital.
Los análisis desde el punto de vista de la economía convencional y ambientalista minusvaloran el capital natural en el sentido de que es tratado como un factor de producción intercambiable por trabajo y tecnología (capital humano).
Desde la economía ecológica se argumenta que el capital humano es complementario al capital natural, en lugar de intercambiable, ya que el capital humano se deriva inevitablemente del capital natural de una u otra forma.
Esta solución sería consecuencia de aplicar una metodología, la individualista, que persigue la maximización del beneficio en el corto plazo a problemas que afectan a toda la humanidad en los que está en juego la supervivencia de la propia especie humana.
En relación con esto es posible realizar una nueva pregunta: ¿En razón a qué lógica los precios del petróleo, del cual existe cada vez una menor cantidad, tienen tendencia descendente en los últimos años?
La respuesta a la pregunta formulada debemos buscarla en las relaciones de poder, en el orden económico internacional vigente. Galeano lo explica formidablemente; los impuestos occidentales que gravan las materias primas importadas del Tercer Mundo superan al precio pagado al productor Georgescu afirma que entre ambas fuentes de energía disponible existen importantes asimetrías de las cuales depende la resolución del problema bioeconómico señalado:
De esta forma, una racionalidad productiva fundada en el concepto heurístico de proceso neguentrópico tenderá a contrarrestar aquella tendencia al agotamiento y a la degradación mediante el máximo aprovechamiento (ecológico y cultural) del proceso fotosintético, como un proceso ecosistémico de generación de orden, de materia vegetal y de energía bioquímica utilizable, orientado hacia el incremento de la productividad social para la producción de satisfactores humanos mediante la creación de un proceso histórico de organización ecológica, de diversidad cultural y de complejidad productiva.
Más allá del simple mantenimiento de una diversidad genética y cultural, esta nueva racionalidad apunta hacia un proceso de complejización de la organización productiva.
De esta forma, este proyecto social se opone a las tendencias históricas que tienen determinado la uniformización ecológica, cultural y tecnológica de los pueblos y la unificación positivista del conocimiento, que han sido necesarios para elevar la productividad económica dentro de la racionalidad capitalista de producción.
Para hacer operativos estos conceptos generales es posible enumerar una serie de indicadores del desarrollo sustentable en estrecha conexión con las regulaciones cuantitativas a que nos referíamos anteriormente al citar a Georgescu-Roegen:
Sin embargo, desde la economía ecológica se defiende la utilización de mayor información para decidir en uno y otro sentido.
Obviamente, la viabilidad económica, tal y como tradicionalmente se entiende, es una variable fundamental que condiciona la actuación de los agentes económicos.
Sin embargo, no debe ser la única. Pues bien, desde la economía ecológica todo sistema productivo agrario puede y debe ser analizado a través de un conjunto de 5 propiedades.
Lo primero que debemos reseñar es que la productividad puede ser
medida en diferentes unidades y que, en función de las unidades
elegidas, tendremos un resultado u otro.
Por ejemplo, podemos estar delante de un sistema de gestión de recursos altamente remunerador en términos monetarios pero que suponga una utilización ineficiente de los recursos energéticos o que sus rendimientos, medidos en unidades de masa, presenten tendencia decreciente.
En consecuencia, dependiendo del tipo de unidades que utilicemos podremos calificar a un sistema de gestión de más o menos productivo.
En general, podemos decir que el objetivo es maximizar la productividad del factor más escaso. Desde la perspectiva de la economía ecológica se defiende la utilización de unidades físicas para medir la productividad de los sistemas rurales pues ese tipo de unidades son, por definición, invariantes en el tiempo y en el espacio y no están sujetas a apreciación humana. Esto no significa que se rechacen frontalmente las unidades monetarias.
La sustentabilidad, desde la perspectiva de la economía ecológica,
puede definirse como la capacidad que tienen los sistemas productivos
para mantener a lo largo del tiempo sus niveles de productividad cuando
son sujetos a una presión o perturbación 31.
La diferencia entre ambos elementos distorsionadores radica en el grado de productividad. La presión es una distorsión regular y continua a la oque están sometidos los sistemas productivos (agroecosistemas, en el caso).
Por una parte, existen presiones ecológicas que son datos para los productores (régimen de lluvias, temperatura, etc.) y no es posible su modificación.
En otros casos, la estabilidad de los sistemas productivos si puede ser modificada mediante la elección de determinados cultivos o estrategias de manejo que mejores la capacidad de esos sistemas para superar determinadas tensiones.
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Origen de la economía ecológica
Según el ecologista y profesor de la Universidad de Vermont Robert Costanza, quien fundó la Sociedad Internacional para la Economía Ecológica y llevó a cabo gran parte de la investigación fundacional desde la Universidad de Maryland.
Su colega de la Universidad de Maryland Herman Daly ha contribuido de forma significativa a su desarrollo. Los precursores intelectuales de la Economía Ecológica pueden rastrearse en gran parte en la economía política, un refinamiento de la temprana teoría económica que incluye entre sus primeros investigadores a Thomas Malthus, David Ricardo, y Karl Marx.
El profesor David Harvey fue uno de los primeros en incluir explícitamente preocupaciones ecológicas a la literatura económica. Este desarrollo paralelo en economía política ha sido continuado por analistas como el sociólogo John Bellamy Foster.
Una consecuencia esencial, resaltada desde la economía ecológica, derivada de la naturaleza de los objetos económicos es que las medidas de la actividad económica o del bienestar (PIB o RN) sólo tienen encuenta una porción de los objetos existentes; aquellos que son reproductibles, intercambiables y apropiables.
La economía ecológica rechaza la utilización del PIB como indicador del bienestar y que la economía formal solamente se ocupa accidentalmente de las funciones vitales de la naturaleza, solo en la medida que cumplan los tres requisitos señalados.
Efectivamente, los economistas tradicionalmente incorporan la naturaleza dentro de su función de producción de dos formas distintas: o bien bajo la categoría de tierra o bien bajo la categoría de recursos naturales.
La tierra, obviamente, es apropiable e intercambiable pero no reproductible, a pesar de incumplir con la tercera de las condiciones la tierra es considerada un objeto económico. ¿Cómo se soluciona esta paradoja? Quienes así proceden consideran a la tierra en sentido ricardiano, esto es, la tierra es inconsumible, no se deprecia con su uso.
Proceder de esta forma es totalmente arbitrario pues la evidencia nos dice que la tierra se puede perder irremediablemente: las pérdidas de tierra por la construcción de infraestructuras es un caso desgraciadamente presente en la actualidad, o la pérdida de tierra fértil por prácticas agrícolas nocivas son ejemplos suficientes que demuestran la consumibilidad de la tierra.
Por otra parte, la incorporación de la naturaleza en el proceso de producción mediante la categoría de recursos naturales acarrea problemas cuando consideramos los recursos no renovables que, claramente, incumplen el tercero de los requisitos.
A partir de estas consideraciones iniciales debemos preguntarnos sobre cual es el proceder de la economía en la asignación de los recursos. La economía es la ciencia de los precios y su formación consiste en que los individuos, con sus dotaciones respectivas, acuden al mercado y expresan sus preferencias formándose los precios de equilibrio cuando la oferta coincide con la demanda. De este proceder general podemos reflexionar sobre tres cuestiones.
La primera hace referencia a que aquellos individuos que no tienen dotación monetaria alguna no pueden acudir al mercado y, si nadie lo remedia, se morirán de hambre.
Esto es, el intercambio se producirá no en función de las necesidades que tenga el demandante sino solamente cuando su demanda esté respaldada por divisas. Los excedentes agrícolas producidos por la política agraria comunitaria (PAC) son un ejemplo oportuno.
Características
Asume una relación inherente entre la salud de los ecosistemas y la de los seres humanos. En ocasiones se menciona como "Economía Verde", y se encuentra en amplio contraste con otras escuelas de pensamiento en el seno de la economía.Los economistas verdes suelen tomar con frecuencia posturas más radicales que las que se encuentran entre la más convencional economía ambiental con respecto al crecimiento económico.
El argumento primario de la economía ecológica que la separa de la teoría económica previa, podría resumirse en la asunción de la economía en sí misma como un subconjunto estricto de la ecología, ya que esta última analiza las transacciones de materia y energía de la vida sobre la tierra, y la economía humana está por definición contenida en este sistema. A la cabeza de las críticas de la actual economía normativa por los economistas ecológicos se encuentra su aproximación a los recursos naturales y el capital.
Los análisis desde el punto de vista de la economía convencional y ambientalista minusvaloran el capital natural en el sentido de que es tratado como un factor de producción intercambiable por trabajo y tecnología (capital humano).
Desde la economía ecológica se argumenta que el capital humano es complementario al capital natural, en lugar de intercambiable, ya que el capital humano se deriva inevitablemente del capital natural de una u otra forma.
La economía y el mercado
Finalmente, si llevamos al límite extremo el individualismo metodológico y enfrentamos la cantidad limitada de combustibles fósiles, por ejemplo, con toda la demanda que se generará hasta que el sol deje de brillar, dentro de 5,000 millones de años, el resultado serán precios infinitos, vetándose su consumo actual.Esta solución sería consecuencia de aplicar una metodología, la individualista, que persigue la maximización del beneficio en el corto plazo a problemas que afectan a toda la humanidad en los que está en juego la supervivencia de la propia especie humana.
En relación con esto es posible realizar una nueva pregunta: ¿En razón a qué lógica los precios del petróleo, del cual existe cada vez una menor cantidad, tienen tendencia descendente en los últimos años?
La respuesta a la pregunta formulada debemos buscarla en las relaciones de poder, en el orden económico internacional vigente. Galeano lo explica formidablemente; los impuestos occidentales que gravan las materias primas importadas del Tercer Mundo superan al precio pagado al productor Georgescu afirma que entre ambas fuentes de energía disponible existen importantes asimetrías de las cuales depende la resolución del problema bioeconómico señalado:
De esta forma, una racionalidad productiva fundada en el concepto heurístico de proceso neguentrópico tenderá a contrarrestar aquella tendencia al agotamiento y a la degradación mediante el máximo aprovechamiento (ecológico y cultural) del proceso fotosintético, como un proceso ecosistémico de generación de orden, de materia vegetal y de energía bioquímica utilizable, orientado hacia el incremento de la productividad social para la producción de satisfactores humanos mediante la creación de un proceso histórico de organización ecológica, de diversidad cultural y de complejidad productiva.
Más allá del simple mantenimiento de una diversidad genética y cultural, esta nueva racionalidad apunta hacia un proceso de complejización de la organización productiva.
De esta forma, este proyecto social se opone a las tendencias históricas que tienen determinado la uniformización ecológica, cultural y tecnológica de los pueblos y la unificación positivista del conocimiento, que han sido necesarios para elevar la productividad económica dentro de la racionalidad capitalista de producción.
Para hacer operativos estos conceptos generales es posible enumerar una serie de indicadores del desarrollo sustentable en estrecha conexión con las regulaciones cuantitativas a que nos referíamos anteriormente al citar a Georgescu-Roegen:
- Para los recursos renovables, la tasa de cosecha no debería exceder a su tasa de regeneración.
- La emisión de desperdicios no debería superar a la capacidad asimilativa del ambiente.
- Para los recursos no renovales el indicador es más difícil de establecer.
Criterios de valoración agroecológica
De esta forma, para decidir sobre la viabilidad de un sistema de gestión se tienen en cuenta aquellos bienes y procesos que son objeto de transacción mercantil. El hecho de que los ingresos superen a los gastos y que esa diferencia suponga una tasa lucrativa respecto a la inversión realizada es suficiente para defender la persistencia de una actividad económica.
Sin embargo, desde la economía ecológica se defiende la utilización de mayor información para decidir en uno y otro sentido.
Obviamente, la viabilidad económica, tal y como tradicionalmente se entiende, es una variable fundamental que condiciona la actuación de los agentes económicos.
Sin embargo, no debe ser la única. Pues bien, desde la economía ecológica todo sistema productivo agrario puede y debe ser analizado a través de un conjunto de 5 propiedades.
Productividad
Por ejemplo, podemos estar delante de un sistema de gestión de recursos altamente remunerador en términos monetarios pero que suponga una utilización ineficiente de los recursos energéticos o que sus rendimientos, medidos en unidades de masa, presenten tendencia decreciente.
En consecuencia, dependiendo del tipo de unidades que utilicemos podremos calificar a un sistema de gestión de más o menos productivo.
En general, podemos decir que el objetivo es maximizar la productividad del factor más escaso. Desde la perspectiva de la economía ecológica se defiende la utilización de unidades físicas para medir la productividad de los sistemas rurales pues ese tipo de unidades son, por definición, invariantes en el tiempo y en el espacio y no están sujetas a apreciación humana. Esto no significa que se rechacen frontalmente las unidades monetarias.
Sustentabilidad
La diferencia entre ambos elementos distorsionadores radica en el grado de productividad. La presión es una distorsión regular y continua a la oque están sometidos los sistemas productivos (agroecosistemas, en el caso).
Estabilidad
Es definida esta propiedad como la constancia de la producción bajo un conjunto de condiciones económicas, ambientales y de gestión cambiantes.Por una parte, existen presiones ecológicas que son datos para los productores (régimen de lluvias, temperatura, etc.) y no es posible su modificación.
En otros casos, la estabilidad de los sistemas productivos si puede ser modificada mediante la elección de determinados cultivos o estrategias de manejo que mejores la capacidad de esos sistemas para superar determinadas tensiones.
Fuentes
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